martes, 9 de junio de 2015

La Imagen Femenina en la Obra de Federico García Lorca


Nuestro profesor, el Dr. D. José Luis Plaza Chillón nos conduce a un Lorca menos estudiado, pero no por eso menos genial. Los que tuvimos la suerte de asistir a su Seminario sobre Lorca disfrutamos de esta faceta del extraordinario granadino. A los demás la posibilidad de esta interesantísima conferencia.



La imagen femenina en la obra literaria y plástica de Federico García Lorca

El mundo de lo femenino ocupa la atención de todo el corpus lorquiano, tanto poético como, sobre todo, dramático, sin entrar en particularismos biográficos lo suficientemente conocidos. Es un universo amplio y complejo, aunque tal vez, no debidamente estudiado, al menos con una metodología adecuada, que lo aleje definitivamente de cualquier reminiscencia modernista. La versión plástica de la mujer lorquiana contiene imágenes portadoras de significados que nos ayudarán a la compresión global y el sentido último de su obra. La conexión fundamental de dicha temática es la frustración amorosa de la mujer, un problema anunciado desde los albores literarios del poeta; de Mariana Pineda a Dª Rosita la soltera si hablamos de teatro, y desde Libro de poemas a Suites, sin nos referimos a poesía. García Lorca sintió una especial ternura por la condición íntima de unos personajes femeninos que como la “heroína” o la “solterona” entroncaban con la Granada decimonónica y de principios del siglo XX.

 Quizá sea Dª Rosita la soltera la denuncia más clara de la frustración amorosa en este universo femenino, aún más que en Yerma o en La casa Bernarda Alba; una acusación generada por la opresión de unas estructuras sociales y formas de vida que coartaban la libertad, en un tiempo en que el feminismo en España era ignorado, ridiculizado o duramente combatido. La imagen de la castración bien puede reflejarse también en la intranquilidad de Lorca ante la sexualidad femenina dominante. Con sus obras sobre mujeres, Lorca está impartiendo la lección más amarga que ha aprendido desde la adolescencia, y espera crear en las mujeres la misma conciencia pre-política que su propia sexualidad reprimida le había reportado. Lorca se preocupará por lo sexual como ámbito de represión; sus obras nos hablan simultáneamente del varón y de la mujer heterosexual y de la sexualidad homosexual, porque son por encima de todo un vehículo que da voz a la fuerza del deseo: el placer y el deseo se mueven desde el reino de la abstracción al dominio de la pasión.

            La preocupación lorquiana hacia personajes como “Dª Rosita”, que consideramos como la culminación del estereotipo femenino dentro de su prolífica obra, había perdurado hasta la época del poeta y venía de una larga y execrable tradición ochocentista que convertía a la “solterona” en un “mal engendro, vertiéndose esta idea desde sus composiciones más tempranas; sólo tenemos que acudir a las obras de su “Teatro de juventud” o a los versos de Canciones o Libro de poemas para percibir la misma piedad, nada paternalista, que el poeta sintió hacia estos silenciados personajes cuya visión plástica también aparecería a principios de la década de los veinte, y que culminaría trágicamente después de los viajes a Nueva York y Buenos Aires.


José Luis Plaza Chillón


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